Caminante no hay camino, se hace camino al andar

Hoy en la universidad he podido observar detenidamente que la gente camina por la acera o el césped o los bordillos o por los pasillo o las pasarelas, cada cual a su ritmo, a su paso. No hay dos caminantes iguales, pero todos se mueven, cumplen su función:

Los que caminan sin ganas, los que caminan creyéndose que son los putos amos, los que caminan deprisa (como si huyeran de alguien; de sí mismos, tal vez?), los que caminan despacio, saboreando cada paso, los que caminan como si bailaran al ritmo del movimiento de las hojas y los pájaros, los que levantan mucho las rodillas, los que arrastran los pies, las jóvenes novatas aspirantes a furcias que no dominan sus tacones de metro y medio, los que parecen estar tomando impulso, los que parecen que van hacia atrás, los que parecen dejarse llevar por el viento y con ganas de echar a volar, los guitarristas a ritmos acordeónicos, los que corren por la lluvia o la prisa, los de pasos cortos pero rápidos, los de pasos largos pero lentos, las gacelas, los gatos y los mastodontes, los que arrastran como lastres macutos o males voluminosas, los enamorados que juegan a parear sus pasos, los que imprimen en cada zancada el estilo musical de su Mp3...

Todos y cada uno de ellos caminan siguiendo un objetivo aunque ese objetivo sólo sea caminar. Me inquietan las personas que salen a la calle a dar un simple paseo y nada más: los que salen de su casa, pasean y vuelven a su casa, sin mayor motivo que el de moverse de forma autónoma, sin ningún fin ni meta.

Me encanta que tu cuerpo responda a tus deseos, y que esos deseos en forma de pasos reluzca pinceladas de personalidad: Dime como andas y te diré quien eres.

Text adapted by orienteering feelings

Cada vez queda menos...